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Un bello broche para el final de temporada de la ópera bilbaína
RECOGIMIENTO EN LOS LIEDER DE BRAHMS
La Carmen de Bizet divide al público bilbaíno
El «Mesías» de Haendel arropado en Bilbao con una decena de agrupaciones corales
Control y justa Intensidad en la interpretación de los lieder de Wagner
La Forza de Verdi en Bilbao dejó que desear
Un gran trio de cantantes en el Rigoletto bilbaíno
“Rigoletto” de G. Verdi. Reparto: Leo Nucci (bar): Elena Mosuc (s); Ismael Jordi (t); Mª José Montiel (m); Felipe Bou (b); Jose A.García (bar). Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de Escena: Emilio Sagi. Dirección Musical: M.A.Gómez Martínez. Palcio Euskalduna 19-X-14
Hacía tiempo que no presenciábamos la actuación de un duque de Mantua que reuniera muchas de las condiciones que requiere este personaje. El tenor Ismael Jordi exhibió en primer lugar una atractiva presencia para encarnar a este personaje que ha de parecer joven y de atractiva figura tal como reza el propio Rigoletto. Pero es que además, el cantante jerezano interpretó el papel cantando con exquisita elegancia, con ademanes muy estudiados y seguramente aconsejados por Emilio Sagi. Recuérdese el manejo tan preciso de su capa o su actitud tan real y a la vez mesurada en la cama retozando con Magdalena. Nos pareció admirable su color vocal, que consideramos en el duque ha de ser una pizca ligera para cantar el maravilloso dúo del encuentro nocturno “É il sol dell´anima” en la que ambos atacaron el Do de pecho. Su voz nos pareció brillante y fácil al cantar “La Donna é mobile” y más aún bella y delicada si cabe cuando interpretó el cuarteto final. Una voz muy agradable, elegante y musical de este artista que deparó en su canto sfumaturas, filados y cadencias. No nos hemos olvidado del protagonista, o sea, del barítono Leo Nucci, pero le nombramos en segundo lugar porque en su celo artístico nos pareció demasiado protagonista. No le bastó una interpretación tan intencionada y sentida. No le bastó su dominio absoluto sobre personaje. No le bastó tampoco su dramatismo teatral y su entrega en escena. Quiso ir más allá y quiso bisar “la vendetta”, diríamos que “motu propio”. De hecho, es la primera vez que se escucha repetir esta especie de cabaletta que se convertirá en duetto con la soprano. Su fin no era otro que acometer con brillantez y de manera muy sostenida un magnífico La natural. Se supone que no lo volverá a efectuar por el esfuerzo que supone su repetición en sucesivas las funciones, pero ya se verá. La soprano Elena Mosuc gustó mucho por la exquisita línea de su canto, por su afinación y por su envidiable técnica. Nos pareció que cantó un tanto lento el “Caro Nome” y bastante staccato, lo cual resulta más fácil y ello, sobre todo, gracias al pausado y paciente tempo que le proporcionó el maestro Gomez Martinez. En los roles secundarios sobresalió la mezzo Maria J.Montiel muy desinhibida y verosímil en su faceta teatral. El papel de Monterone pasó desapercibido ya que Kurt Gusen careció de solemnidad y volumen vocal. Finalmente añadir que sirvió la funcionalidad escénica de Sagi a pesar de algún que otro tiempo muerto, sirvió el vestuario y sirvió la teatralidad en la acción en la que Emilio Sagi destaca siempre.
Comienza la temporada de la Sinfónica de Bilbao con Wagner
A modo de largo suspiro la Sinfónica bilbaína comenzó su primer concierto de la temporada. Los violines y vientos de madera una vez que acometieron en pianísimo y en alta tonalidad el preludio de Lohengrin, las voces de la soprano alemana Anja Kampe y del tenor australiano Stuart Skelton se adentraron en la interpretación del “Das susse lied” del tercer acto. Ya desde este comienzo del dúo que se canta en la cámara nupcial, las dos voces mostraron su adaptación al canto wagneriano. Voces corpóreas y firmes, tal vez con más calidad en la del tenor y de mayor expresividad en la soprano. La narración del Grial por parte de tenor, “In “fermem land “, mostró el dramatismo que encierra el momento a la vez que sirve de recapitulación de este motivo en el preludio. El tenor Stuart Skelton nos enseñó una voz de lírico-spinto de absoluta igualdad en sus registros y una brillantez sin mácula. La soprano Kampe a su vez, poseyendo una voz hermosa, evidenció un par de notas a las que le faltaba brillo que volvía a adquirir cuando pasaba al canto alto de cabeza. Así al menos nos pareció cuando cantó muy sentida y bellamente la muerte de Isolda. El dúo fnal del concierto, tenso y sostenido se refirió al que Sigmundo canta a la añorada espada que le prometió su padre “Ein schweert verhies” en el que las dos voces wagnerianas rubricaron un concierto hermoso y difícil. La del tenor penetrante, bien timbrada y brillante, la de la soprano hermosa y corpórea, aunque no tan bien timbrada y limpia en su emisión..
Buen comienzo operístico en bilbao con la ópera Giovanna D´Arco de Verdi
UN REQUIEM ALEMÁN CONSOLADOR EN EL PALACIO EUSKALDUNA
“Requiem Alemán” de Brahms. Solistas: Marta Matheu (s); Detlef Roth (bar). Orfeón Pamplonés y Orquesta Sinfónica de Bilbao. Director : Gunter Neuhold. Euskalduna 7-III-13
Aludiendo a bienaventuranzas, al sosiego espiritual y alejándose de textos sacros, el Requiem de Brahms rebosa lirismo, ese mismo que el Orfeón Pamplonés mostró con un trabajo bien resuelto. La agrupación navarra mostró muy claramente la diferenciación entre sus cuerdas vocales, con un canto sin amalgamiento entre ellas y una labor final meritoria sobre todo de las sopranos. Mostró concentración y obediencia a la batuta del maestro Neuhold, siempre clara y aglutinadora y el Requiem resultó de gran altura. Destacó la soprano Marta Marheu en su única intervención, pero en la que su texto fuera el más lirico y delicado. La soprano catalana enseñó una voz fácil en el registro alto y acorde a la fina melodía que interpretaba exhibió una fina musicalidad. El barítono alemán Roth cantó con voz agradable y con un color de voz lírico, bastante atenorado lo que propició que su fraseo fuera claro e inteligible. Finalmente podríamos decir que la calidad de la Sinfónica de Bilbao no se puede ceñir a la interpretación de una obra tantas veces ejecutada por ella, por lo que su excelente versión entra dentro de la norma que cabía esperar.