“Il Barbiere di Siviglia” de G.Rossini. Reparto: Mario Caria (Bar); Annaisa Stoppa (m); Michele Angelini (T); Carlos Chauson (B); Nicola Uliveri (B); Susana Cordon (S); Mitxel Santamaria y David Aguado. Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Navarra. Director de Escena: Emilio Sagi. Director Musical: José Miguel Pérez Sierra. Palacio Euskalduna. Bilbao 14-V-16-
En la representación del “Barbero” rosiniano se dieron todos los elementos para que resultara un precioso espectáculo. Gracias a la vivaz y airosa dirección del maestro Pérez Sierra al frente de la Sinfónica de Navarra, a la bella escenografía procedente de Madrid y firmada por Llorenç Corbella, a la excelente y amena dirección de Emilio Sagi y al equilibrio y calidad vocal de los cantantes, la ópera sin duda quedará en nuestro recuerdo. Efectivamente hemos presenciado otros “Barbieri” de gran calidad vocal, como aquel protagonizado por Diego Florez, pero en conjunto este otro no le queda a la zaga. Ya desde su aparición dentro de la litera de mano y al lanzar la palabra Fiorello, supimos del bello color de voz que íbamos a escuchar en boca del tenor Michele Angelini. No sólo fue eso, sino que su fraseo resultó inmaculado, la línea de canto de sublime exquisitez y un canto fácil, afinado y elegante que nos recordó a la grabación de los años cuarenta del tenor Dino Borgioli. Ya avanzamos en la temporada del año 2011 con ocasión de “L´Italiana in Algeri” que Angelini apuntaba muy alto. Ahora nos congratula comprobar su gran progreso. Su aria primera «Eco Ridente» y posterior serenata, valió por toda la primera parte de la ópera y gracias a su ágil coloratura con gran evidencia del dominio de dar cada una de las semi corcheas ligadas, su interpretación de la dificilísima aria «Cessa di piú resistere» del final de obra superó cualquier expectativa. Si se quisiera presencia al personaje de un conde Almaviva con presencia, de afeminados ademanes como así debe ser , y provisto de voz del más puro estilo rosiniano, ágil y de bello color, debería estar presente. En el equilibrio general apuntado con anterioridad, señalemos a continuación la frescura y poderío vocal de la mezzo Annalisa Stroppa. Cantó muy académica, es decir, sin alardear de excesiva coloratura, pero todo lo hizo con gran seguridad y escénicamente muy natural y agradable. Muy cerca en méritos y siempre profesional y sorprendente por su gracia, por su gran voz y porque llena la escena con su sola presencia, el bajo Carlos Chausson demuestra cada vez que acomete un papel bufo que es el máximo exponente en la actualidad del bajo bufo. Es raro encontrar un Don Bartolo con su dominio escénico y sobre todo con su maravillosa rapidez vocal para cantar con claridad la stretta de su larga aria “Un dottor della mia sorte”. El barítono protagonista Mario Caia se preocupó demasiado en nseñar su buena voz, potente y de seguro agudo, pero eso le hizo dejar al maren el estilo pícaro y la sutileza vocal que ha de prevalecer en su personaje de Figaro El también bajo Nicola Ulivieri interpretó con intención y matiz “La Calumnia” e intervino positivamente en una producción limpia, a veces de mucho color y siempre en movimiento para no caer en la monotonía que casi siempre la ópera de Rossini peca sin no se lleva a cabo con gracia y calidad canora. Percibimos la preocupación de Emilio Sagi en tener el escenario siempre con gente, a veces dentro de los absurdo, pero con fina gracia. La gracia que desprendió la pareja formada por Susana Cordon y Mitxel Santamaria tan bien dirigidos. Finalicemos el comentario recordando la excelente dirección del maestro Pérez Sierra bajo cuyo atril se ubicó la orquesta navarra.