Al estar tan mezcladas las voces del coro de Colonia con las de la Coral bilbaína, no sabríamos decir la aportación de cada una de ellas a la obra, pero sí diríamos que reinó la armonía y compenetración en el conglomerado vocal para la interpretación de l intimismo de Brahms. Plasmaron dulzura en un fraseo quedo en la primera pieza y luego solvencia cómoda en la segunda obra de tesitura más alta para el canto de las diferentes secciones del coro. Tanto el Chorus Koln como el maestro Spering son habituales en las celebraciones del ciclo musical y se puede decir que si bien algo exagerado en el gesto, el maestro proporcionó la espiritualidad y el intimismo que afloran en cada obra. De manera pausada y solemne atacó su parte la mezzo Ingebord Danz, con bellos filados entre los acordes tenues que acompañaban suavemente su voz. Una voz tal vez poco voluminosa, pero de agradable color y proveniente de una cantante de mucho gusto. En fin, felicitémonos por la calidad del ciclo en general, por el multitudinario favor del público y que basándonos en la letra de esta última Rapsodia de Goethe, con música de Brahms “Nos ha aclarado los ojos nublados para que podamos ver mil fuentes musicales”.