«Lucia di Lamermoor» de G. Donizetti. Reparto: Diana Damrau (S); Michael Fabiano (t); Ludovic Tezier (bar); Simçon Orfila (b); Francisco Corujo (t); Maria Jopse Suarez (s); Manuel de Diego (t). Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Navarra. Dirección de Escena: Emilio Sagi. Dirección Musical: Carlo Montanaro. Palacio Euskalduna 14-V-11
Como el hermoso canto de una experta calandria resultó «la escena de la locura» que ofreció la soprano Diana Damrau. Su grato timbre de voz, de muy bello color, ya nos había deparado un perfecto fraseo y nos había avanzado la premonición de lo que podía ser su gran escena. Así fue y con el soporte de una depuradísima técnica vocal, la soprano alemana jugueteó a su antojo con los trinos, los arpegios, las escalas y todo tipo de adornos para gran deleite de todos. Pero no solo cantó como una gran diva soprano de coloratura, sino que actuó como quería Emilio Sagi, dando la impresión de verosimilitud, de realismo a lo que cantaba.
Bajo los abovedados arcos de la gran sala del castillo que ideó Sagi y como es habitual en el director ovetense, lució el blanco de la alborada, el rojo del ocaso y el negro de la muerte. Se notaron sus órdenes en los rítmicos y conjuntados movimientos de conjunto y sobre todo, su mano apareció en la amplitud y elegancia del escenario.
Debajo de la rama donde cantaba la calandria, se hallaba el tenor Michael Fabiano. Se entregó sin reservas, pero su voz resultó irregular en cuanto al color y sobre todo sin brillo en las notas de paso, lo que le impidió lucirse en la última aria, la de su muerte, en la que sufrió más de la cuenta al no poder abordarla a media voz de manera elegante. Lo cierto es que dio todas las notas , pero no exhibió una voz bella y eso es una gran traba para el éxito total.
Del barítono francés ya se dijo con anterioridad que es un artista con una voz aterciopelada y amplia, ya que sus graves sonaban muy gratos y sus ataques a la zona alta lucían firmes. Como el resto de sus compañeros, incluído el coro, asimiló bien las órdenes teatrales de Emilio Sagi por lo que cuajó una actuación muy completa.
Lamentablemente y a pesar de su empeño en oscurecer y agrandar la voz, el rol de Raimondo no casaba con la voz de Simón Orfila y al bajo le faltó solemnidad y gravedad. Finalmente agradezcamos que tengamos el privilegio de contar con un coro tan versátil en escena y tan brillante en su canto y agradezcamos la segunda visita del maestro Carlo Montanaro en el atril principal por su envolvente batuuta y su clara mano izquierda en una dirección magnífica. Un hermoso cierre de temporada.
El Correo, mayo de 2011
1/06/11 at 13:28
Tuve la suerte de asistir a esta Lucia en Bilbao, qué gran representación, inolvidable. Al leer esta crítica vuelvo a revivir la emoción, gracias. Todo lo que se diga del coro de la Abao es poco, estoy completamente de acuerdo.