Recital de Canto. Solistas: Elena Sancho Pereg (S); Paula Iragorri (M); Grman Ormazábal (piano). Obras de Haendel, Offenbach, Bernstein, Saint Saens, Sorozábal- Quincena Donostiarra 25-VIII-20

Cuando se da la circunstancia de que los intérpretes son los primeros en divertirse con lo que cantan, es inevitable que los espectadores nos sumemos a su divertimento. La soprano Elena Sancho y la mezzo Paula Iragorri depararon un atractivo y variado concierto que reflejó su comodidad y compenetración en un inteligente programa. A la luz de la voz clara y penetrante de la soprano, se acomodó la andrógina y aterciopelada de la mezzo logrando un bello colorido en los hermosos dúos cantados. En ambas apreciamos un minucioso control en la intensidad con lo que lograron el acierto en la consecución de la expresividad requerida. Desde el inicio con Haendel sabíamos ya que se decantaban por la interpretación de dúos y así pudimos disfrutar de aquellos integrados en las óperas Rodelinda y Serse. Al abordar a Offenbach indefectiblemente escuchamos la barcarola de Los Cuentos de Hoffmann, la cual es difícil que se cante mal por su bien escrita melodía. La parte teatral, la de la mímica y jovialidad llegó con la obra Candice de Leonard Bernstein en cuyos números brilló sobre todo la soprano Pereg por la gracia y la ligereza de su actuación. La soprano donostiarra apuntó algo de coloratura en alguna que otra pieza, primordialmente picados y escalas, pero su bien timbrada voz se ajustó más al canto spianato. La facilidad de su canto, su pulcra emisión dejan adivinar que será una Adina de éxito en Bilbao. En cuanto a la mezzo y también donostiarra Paula Iragorri destacamos en ella su musicalidad, su concentración en buscar y lograr la correcta afinación, la búsqueda de la conjunción y máxima expresividad. Se trata de una voz cálida y su canto es muy intimista arropada por el buen gusto. El final del programa resultó magnífico y la interpretación del “Desdichado” de Saint Saens encontró la cúspide de la calidad, únicamente igualada por la exquisita versión del “Biotz Bat” de Sorózabal como propina y precioso cierre. Por otro lado, comprobamos las grandes virtudes del pianista Germán Ormazábal a quien siempre ligamos con puestos administrativos en organismos musicales. De ahí que nuestra grata sorpresa se viera reforzada por su acompañamiento paciente y la limpia digitación en el teclado. Ciertamente un precioso y variado recital.
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