Llegaba al teatro Arriaga lo que la Fundación March rescató del olvido hace unos meses, la música compuesta por autoras vasco-navarras. Con el impulso de la pianista Susana García Salazar y la colaboración de la soprano Eugenia Boix, de la chelista Teresa Valente y de la actriz Charo Martinez de Urízar, escuchamos una serie de canciones de cuatro mujeres compositoras que carecieron del reconocimiento debido en vida.
Una de ellas, Emma Chacón, estudió con Granados antes de trasladarse a vivir a Bilbao y entre las composiciones que figuraban en el programa, destacamos el bello Nocturno escrito para cello y piano, con una sentida y delicada interpretación por parte de la pianista García Salazar y la chellista Teresa Valente.
Otra de las “Inéditas” presentadas fue la navarra Emilia de Zubeldia, quien se formó en la Schola Cantorum de Paris y se marchó luego a vivir a México. Resultó interesante que la actriz Charo Martínez de Urizar se nos apareciera en un palco dando voz a este personaje para darnos a conocer sus cuitas y preocupaciones en cartas dirigidas al padre Donostia.
La aportación compositiva de Zubeldia tuvo el común denominador de la brevedad y de la sencillez de las canciones. De la argentina, de procedencia vasca Ana Idiartborde nos gustó el que aportara al programa dulces canciones a capella. Finalmente de la zuberotarra Julie Carricaburu escuchamos los maravillosos cantos escritos en vasco suletino. De todas ellas, es decir de las obras de las cuatro compositoras, la voz comunicante vino por parte de la soprano Eugenia Boix. La soprano montisonense, (Monzón-Huesca) enseñó una voz de precioso color. Una voz cristalina y luminosa dando además la sensación de un perfecto dominio técnico. Cantó a capella de manera inmaculada alguna de las canciones exhibidas y las que interpretó en euskera no las hubiera cantado mejor ni una soprano que fuera suletina.
En fin, una buena muestra de las más de setenta compositoras que habría que rescatar, empezando por las contemporáneas como Maria Luisa Ozaita recientemente fallecida, la algorteña Isabel Urrutia o la vitoriana Zuriñe Gerenabarrena, por no citar a anteriores como Maria Antonia de Mazarredo o Epifanía de Argaiz y Munibe.
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