La Caída de Bilbao de Luis de Pablo. Reparto : Asier Polo (Violonchelo); Miren Urbieta (S); Marife Nogales (M); Mikeldi Atxalandabaso (T); Fernando Latorre (Bar); Sociedad Coral de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección Musical: J.R,Pascual Villaplana. Tatro Arriaga Bilbao 26-VI-19.
Tal como suele ocurrir en los estrenos absolutos, en cualquier rama del arte, las expectativas que se crean a priori, en este caso, hacia la Cantata musical de Luis de Pablo, se han visto completamente satisfechas. El resultado de una obra que alude directamente a una guerra, al dolor que supone y la seriedad del tema, gana terreno y adeptos desde el principio. La música es absolutamente capaz de transmitir el llanto y la desesperación y adentrarse en lo más profundo del sentimiento. De hecho las más logradas páginas musicales contienen y reflejan a flor de piel la ternura, la tragedia y la desesperación.
Ochenta años después de que las tropas franquistas tomaran Bilbao, el compositor local Luis de Pablo, gracias a una iniciativa consistorial ha compuesto en estreno esta oda dedicada al trágico episodio por el que fuimos conocidos como “las provincias traidoras” y nuestra lengua enmudecida “manu militari”. La obra, no podía tener otra esencia que la de la exaltación de la tristeza y fué esta tristeza la que el violonchelo de Asier Polo nos deparó desde el comienzo. Fueron el sonido melancólico de las cuerdas acariciadas por el hábil arco y las notas doblegadas por la mano izquierda del solista también bilbaíno el eje central de la obra.
El protagonismo que Luis de Pablo no concedió a las voces, lo otorgó al violonchelo y en él se centró la obra. No sería de extrañar que las intervenciones de Asier Polo se llegasen a extraer de la obra y a ejecutar aparte en conciertos, porque a la belleza de los adagios se unió el virtuoso pizzicato en un nexo melódico muy sentido.
La hermosa voz de la soprano Miren Urbieta tan sólo sirvió para iniciar el diálogo con el coro y éste luego recitar con mesura y claro fraseo las bienaventuranzas del Evangelio de San Mateo, el Evangelio más eclesiástico, “porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Luego, la soprano cantó “Uso Zuría” con el acompañamiento de la mezzo Marifé Nogales, la cual se distinguióa en la delicada y bella página lírica final interpretada en euskera. Al tenor Mikeldi Atxalandabaso le tocó cantar “Solo el Aire”, un solo siempre con la compañía del chelo, un canto no exento de saltos hacia la alta tesitura y a la vez con notas incómodas en la zona de paso de la voz. Exigente el recitado correspondiente al barítono y que Fernando Latorre libró con solvencia.
Sin embargo, el lujo vocal con el que contó el estreno, apenas se prodigó ya que el protagonismo como se ha dicho, fue para el chelista, siempre concentrado y dominador de la hermosa partitura que el autor le proporcionó. La sinfónica de Bilbao le siguió en méritos y aunque la lectura musical careció de continuidad orquestal, el maestro Pascual Villaplana sin duda se sentirá satisfecho del resultado musical obtenido.. Tal vez nos parezca que el texto necesitase algún retoque. El tiempo lo dirá
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