“Il FINTO SORDO” de Manuel García. Reparto: Cristina Toledo (S); Francisco Fernández Rueda (T); Damián del Castillo (Bar); César San Martin (Bar); Carlo García (M); Gerardo Bullón (bar); Ricardo Benfatto (actor). Dirección de Escena: Paco Azorín. Dirección Muiscal: Rubén Fernández Aguirre (Piano). Sala BBK. Bilbao 22-V-19.
“Il Finto Sordo o El Falso Sordo” se halla entre las cinco óperas de salón que el famoso tenor rossiniano Manuel García compuso en su estancia en Paris con el fin de que sirvieran de prueba final a los alumnos de su academia. Esto quiere decir que tenían una finalidad educativa vocal y de adquisición de una cierta experiencia teatral. Esta es una pieza compuesta siguiendo el estilo de ópera bufa de la comedia del arte napolitano, pero que habría que encuadrar también en la farsa. Que García fue uno de los tenores predilectos de Rossini y que este tenor admiraba su música, se hace palpable. Son continuas las referencias a las óperas y a la música de Rossini, así como a las situaciones creadas por el compositor de Pésaro tanto en su Barbero, como en La Cenerentola. Se evidencia sobre todo en los concertantes y en los cuartetos. El pianista y a la vez director Rubén Fernández Aguirre tuvo que estar muy atento en estas citadas páginas musicales porque sólo el piano no parecía capaz de poder englobar y aglutinar las voces con claridad. Unas voces muy conjuntadas, de absoluta compenetración musical y de total armonía en un trepidante movimiento escénico. No obstante, añadiríamos que no resultó nada extraordinario, porque las seis voces y un mimo siguieron una trama elemental con acciones como las de aquellos cineastas del cine mudo hoy en día tan previsibles. Hubo entrega por parte de todos, en el ámbito femenino el canto de la soprano Cristina Toledo, se escuchó a veces un tanto estridente y el de la mezzo Carol García emergió, más dulce y musical, si bien menos extensa. En el apartado masculino los tres barítonos, Danián del Castillo, César San Martin y Gerardo Bullón completaron una buena actuación. En el aspecto estrictamente vocal, a la del tenor Francisco Fernández Rueda le faltó una buena impostación y brillo. Como se ha dicho, la dirección escénica resultó trepidante, aunque en general no nos pareció muy bufo. La dirección musical, a veces insuficiente en arropar las voces, gozó de la maestría de Rubén Fernández Aguirre al piano, quien además de leer la partitura con delicadeza y meticulosidad, nos deparó un interludio muy personal con fragmentos referentes al bolero “Si tú me dices ven” o a la música de la película Love Story.
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