Les Pecheurs des Perles de G.Bizet. Reparto: Javier Camarena (T); Maria Jose Moreno (S); Lucas Meachem (BAR); Felipe Bou (B); Coro de la Opera de Bilbao; Dirección e Escena: Pier Luigi Pizzi. Dirección Musical: Francesco Ivan Ciampa. Palacio Euskalduna. Bilbao 18-V-19.
Como suele ocurrir en numerosas ocasiones, las expectativas creadas por un artista y su presumible éxito, resulta que al final inesperadamente suelen inclinarse hacia otro artista. Es lo que sucedió con el debut bilbaíno del barítono Lucas Meachem, quien recogió las mieles del triunfo sin que mucha gente apostara por él, máxime siendo el sustituto de Mariusz Kwiecien. Volvimos a tener suerte con la obligada sustitución, porque este barítono norteamericano cuajó una actuación muy completa tanto en el ámbito canoro como en el teatral. Cantó con una voz notable, sin afecciones, con gran soltura en las notas altas y un color muy grato. Salvo una absurda corta frase que pretendió cantar a media voz y le salió en falsete, su reciedumbre vocal y la nobleza de su emisión nos cautivaron plenamente. Además, fue el que actuó dramáticamente con mayor verosimilitud y sin duda se convirtió en el eje sobre el que giraban sus colegas. Por lo que respecta al tenor Javier Camarena, “el esperado”, no le hace falta que ni edulcorar ni cubrir su voz, pues le basta con cantar natural, emitiendo y proyectando con normalidad porque posee una voz de un precioso color y una gran facilidad para el canto, amén de una delicada línea. Su canto se nos hizo edulcorado, sobre todo en la famosa aria “Je crois entendre encore” porque usó demasiado el canto nasal. En cambio, resultó triunfante en el gran dúo “Au Fond du Temple Saint”, el otro gran momento de la ópera, es decir, cuando sacó provecho de su timbre natural. El trio solista lo completó la soprano Maria Jose Moreno, quien junto al barítono, fue la otra triunfadora de la función. Toda su participación de actriz reflejó inocencia, la misma que vocalmente exhibió con su dulce voz. No encontró ningún escollo en una partitura no exenta de agilidad e interpretó con absoluta seguridad el canto melismático. Hacía tiempo que no escuchábamos a la granadina, aunque recordábamos el canto afinado de su ligera y grácil voz. El bajo Felipe Bou se atuvo a la seriedad del personaje que representaba y vocalmente reflejó la autoridad del viejo Nourabad. No nos olvidemos del coro de la ópera de Bilbao, otra vez protagonista y en calidad de tal, solventando con creces una muy meritoria actuación en la despedida de la temporada. Nos visitaba de nuevo el maestro Ivan Ciampa y de nuevo demostró una actitud muy atenta con el coro, siempre con gesto claro y enérgico y por el contrario, con una mano izquierda permisiva con las voces y con la belleza que encierra la música de este Bizet. En cuanto a la producción, diríamos que se nos presentó bastante colorista y con cierto aroma kitch. Lo más destacable de la escena, la evidente incomodidad de la plataforma que hizo caminar descalzos a los que la pisaban si no querían caer de espaladas o de bruces. Seis bailarines ambientaron la escena con una coreografía que quería dar el aire exótico en una producción proveniente de Venecia como despedida de temporada.
Deja una respuesta