Recital de Canto. Solista: Christophe Pregardien (T); Julius Drake (Piano);. Obras de Schubert. Sociedad Filarmónica. Bilbao 12-IV-19.
Este lema que viene a significar el “arte por la gracia del arte”, lo dirigimos en esta ocasión al exhibido por el tenor alemán Christophe Pregadien en la sala de la Filarmónica bilbaína. Pregardien volvió a mostrar sus armas como cantante de lieder basándose en una impostación precisa, un fraseo claro y rico en matices, en general, gracias a su maravillosa técnica vocal en bien de lo que significa el canto a media voz, el canto con etéreas notas pianíssimi. A pesar de su madurez artística y del lógico paso del tiempo, el tenor alemán enseñó una voz de suficiente brillantez como para interpretar una selección de lieder de Schubert perfectamente seleccionados para sus aptitudes. Pocas veces, muy pocas veces diríamos, se tiene la oportunidad de escuchar tan nítido fraseo, tan sentida intención en el recitado poético. Su timbre de voz apenas ha tenido mella tras su larga carrera y como siempre, hizo gala de la moderación en la intensidad, de un perfecto control del canto. Los lieder transcurrían naturales, con la fuerza expresiva precisa, siempre atractivos. Intervino en esto último la compenetración que encontró con el excelente pianista acompañante Julius Drake. Nos gustaron los largos silencios impuestos por Drake en algunos de los lieder, la digitación limpia en el teclado y como decimos, sobre todo la unión entre ambos, la simbiosis de dos artistas que se entendieron sin apenas mirarse y sin embargo comunicados al máximo por el arte. Pregardien es un artista delicado, inteligente y además su afinación le define como muy musical. Se puede afirmar que la letra del poeta Ernst Schulze encontró en este cantante a un gran transmisor de la emoción en “Tiefes leid” o en la maravillosa interpretación murmurante que ofreció el tenor en “Du Bist die Ruh” y encontró también al auténtico estilista en la finura y casi etereidad mostrada al cantar “Nacht und Traume”. El pianista Julius Drake recreó el ambiente de cada lieder con absoluta maestría y condujo al cantante por veredas sin altibajos ni tropiezos, acompañando a la voz con sabiduría, aunque, la verdad, en el caso de Pregardien, acompañarle debe ser muy fácil.
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