Requiem de Verdi. Solistas: Amanda Pabyan (S); Susanne Resmark (M); Aquiles Machado (T); Rafal Siwek (B). Orfeón Donostiarra. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección: Robert Treviño. Palacio Euskalduna. Bilbao 20-VI-18.
Los primeros acordes del Requiem, lúgubres y misteriosos, nos estaban introduciendo en la obra, cuando un teléfono móvil entorpeció el canto a capella que sigue a la intervención del coro masculino en Te Decet Himnus y acabó con el precioso pianíssimo logrado. Como la palabra Requiem quiere decir descanso, el maestro Treviño en vista de la falta de consideración de algunos y la grave interrupción, paró la interpretación. Un largo minuto en absoluto silencio bastó para reanudar da capo la Misa de Difuntos. El director aumentó la carga emocional de la obra y en adelante conseguiría el deseado sonido muy cuidado y preciso. Al mismo tiempo, tanto en el Dies Irae como en la distribución de las trompetas debajo del órgano y en la zona alta de la sala, al alimón también con el gran coro que tenía delante, el maestro norteamericano ofreció una gran intensidad y una fuerza encomiables. Robert Treviño no solo cuidó el lirismo, sobre todo a cargo de las cuerdas, sino que hizo que funcionaran a la perfección la contundencia de los metales y la grandilocuencia del coro. Un coro, en este caso Orfeón, dominador de la partitura y muy atento al gesto elegante y meticuloso del maestro Treviño. Contar con Orfeón Donostiarra es garantía de solvencia, calidad y unísona sonoridad. Entre los solistas, la norteamericana Amanda Pabyan demostró que el color de su voz ganaba limpieza y claridad a medida que atacaba la zona alta, porque en el centro no era tan cristalina. Gustó mucho la mezzo sueca Susanne Resmark, la cual cantó con una voz amplia, de igual color en sus registros y hermosa. Lo mismo diríamos del bajo polaco Rafal Siwek, un cantante de solemne gravedad y fuerza. El tenor Aquiles Machado cumplió con justeza, sin pena ni gloria el Ingemisco y sufriendo algo más en el Hostias. En fin, un Requiem accidentado aunque hermoso gracias al Orfeón Donostiarra y a la batuta magistral del maestro Robert Treviño, titular de la Sinfónica de Euskadi.
6/07/20 at 9:13
Me ha encantado vuestro post y me ha sabido a poco pero ya sabeis lo que dice el dicho «si lo bueno es breve es dos veces bueno». Me gustara volver a leeros de nuevo.
Saludos