NORMA de V.Bellini. Reparto: Anna Pirozzi (S); Silvia Tro (M); Gregory Kunde (T);Robeerto Tagliavini (B); Vicenc Esteve (T);Itxaro Mentxaka (M). Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de Escena: Davide Livermore. Dirección Musical: Pietro Rizzo. Palacio Euskalduna.Bilbao 19-V-18
La Norma de Bellini, cierra la temporada Lírica bilbaína con un excelente resultado.A la calidad vocal lograda, le acompañó una escenografía moderna y a la vez clásica, pues los decorados se confeccionaron a base de proyecciones, mientras un gran árbol, elemento druida, dominaba la escena. Es en Norma donde se percibe que Anna Pirozzi es una soprano dramática de agilidad. Es un rol que requiere capacidad no sólo para afrontar tesituras con exigentes demandas, sino también largas frases en canto legato y un considerable poderío vocal. En Bellini, además se requiere un cuidado en la intensidad del tono y la artista italiana desplegó en este sentido un sinfín de bellísimos filados y un canto controlado mediante una emisión correcta para lograr ese control en la intensidad.
Nos resultó admirable que debutando en el papel de sacerdotisa druida, cumplimentara un trabajo de muy alta calidad, sin apenas fallos. Desde una elegante Casta Diva hasta los dúos finales, sobre todo “In mia man al fin tu sei” el trabajo vocal y escénico de la napolitana sorprendió muy gratamente. No en vano, la voz de Anna Pirozzi tiene la amplitud suficiente como para no falsear los graves y el brillo y los ataques agudos en las cabalettas fueron envidiables. Mostró pues una voz homogénea en unión de un canto cuidado.
Acerca de su partenaire Gregory Kunde hemos de manifestar que de los muchos personajes que ha encarnado en Bilbao, este de Pollione es el que más se ajusta a sus características vocales. Si bien su centro es áfono, Kunde es capaz de trasmitir sus emociones por su entrega en escena y nos complace tanto gracias a su squillante, impetuoso y seguro registro alto. Sus notas agudas en los finales al cantar cada cabaletta fueron una delicia de limpieza y firmeza.
Respecto al papel de Adalgisa, encarnado por la mezzo lírica Silvia Tro, encontró equilibrio con el timbre de la soprano y de este modo, la joven valenciana no se apartó demasiado del color del timbre de la soprano. Eso sí, su voz sonó algo altisonante al ser ligera y tal vez le faltara calidez, pero no tuvo ningún problema en ningún registro y además se compenetró muy bien tanto con Norma como con Pollione en los hermosos dúos que atesora la ópera.
En cuanto al papel de Oroveso, el sacerdote, recayó en Roberto Tagliavini, que no es precisamente un bajo muy grave, pero como maneja la voz con suficiente dominio y poderío, es una voz que agrada e impacta.
El coro de la ópera de Bilbao, rayó en lo perfecto y no desaprovechó las bellas melodías de Bellini para expresarse con delicadeza o con rotundidad, según era la escena . Esta ópera es un buen broche para un coro que se encuentra siempre cómodo con el canto romántico italiano. Sin duda, todo coro canta a gusto lo que siente y Bellini impregna los sentimientos.
Citemos también al tenor Vicenc Esteve en un corto papel, pero secundando bien al reparto general, lo mismo que la mezzo Itxaro Mentxaka.
Musicalmente, la obra cuenta con un mayor cuidado en la instrumentación a diferencia de otras óperas de Bellini y por ello el maestro Pietro Rizzo fue tan meticuloso y pausado. El aria Casta Diva sonó en cámara lenta, acomodándose a la soprano totalmente, incluso con varias paradas finales para dejarla respirar y sostener con amplitud las últimas palabras. Eso no impidió que la música sonara fina, la melodía clara y el tempo calmado. Nos gustó, porque lo que es bello cuanto más lentamente transcurre, se aprecia y se disfruta mejor.
La producción de Davide Livermore también gustó. Un inmenso árbol, como ya hemos mencionado, ocupó el escenario y valiéndose de los apoyos de filmaciones, ayudó a contar la historia filmada a la par que se cantaba. Livermore se valió también de un centro giratorio para aligerar las escenas. Así mismo, el movimiento de los que pisaron la escena fue controlado, silencioso y oportuno. Los diferentes lugares de la acción se plasmaron por medio de las proyecciones filmadas; los bosques, la habitación de Norma, el templo, el fuego de la pira etc. Tan sólo sobraban los figurines dorados que pululaban por la escena y que nos recordaban a las burbujas navideñas de Freixenet y el niño vengador puñal en ristre.
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