Concierto del Orfeón Donostiarra. Obras de Bela Bartok y Luigi Cherubini. Orquesta Sinfonica de Musikene. Director: Victor Pablo Pérez. Teatro Arriaga.Bilbao 13-V-18
Yana Kucherova es una joven rusa, aunque formada en Musikene, que se erigió por méritos propios en una admirada solista de viola. El Concierto de Bela Bartok no tuvo ningún escollo para ella e hizo patente la destreza y técnica que posee con la viola. En resliad, los conciertos para viola no son comunes en la programación musical, probablemente por el sonido tanto grave y opaco del instrumento. De ahí que Williams Primrose, el violinista más reconocido entonces, solicitara a Bartok una obra que devolviera la importancia a la viola. En la segunda parte del programa se nos ofreció el Requiem de Cherubini. Sin duda , es una de las misas de difuntos más sobresalientes de la historia de la música, en competencia con el de Mozart, Verdi, Brahms o Fauré. La composición está escrita para coro mixto y orquesta y siempre llama la atención de que Cherubini prescindiera de cantantes solistas para interpretar algunos números. Por tanto, se puede decir que es una misa totalmente coral. Es el coro el que obtiene la inusual combinación de solemnidad y tensión vocal de la obra y el Orfeón Donostiarra posee la solvencia y experiencia, más que de sobra, para llevar esta magnífica obra a buen puerto. Junto a la veteranía coral, se contrapuso la juventud de la orquesta Musikene, con una cincuentena de jóvenes instrumentistas bajo la experta batuta de Victor Pablo Pérez como invitado. El director no sólo atendió con mimo a la orquesta, amén de su previa preparación a priori, sino que hizo que el Orfeón Donostiarra derrochara elegancia y finura en unos bellísimos pianíssimi. El resultado general fue que el Requiem gozó en general de un sonido tenue e igual, sin carencias ni mácula alguna que entorpeciera la uniformidad vocal. Dio igual que el coro cantara a capella o con estruendo en el staccato Dies Irae. Se percibió la frescura vocal de las sopranos y nos percatamos de los momentos solemnes del Santus o la fuerza en el Agnus Dei. Sin embargo, el lucimiento detallado y efectista ocurrió en un final de seda que controló Victor Pablo Pérez, al exigir tanto a voces como a instrumentos acudir sin titubeos al estilo grave y fino de este Requiem.
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