“War Requiem” de B. Britten. Solistas: Natalia Tanasii (S); Rolf Romei (T); Thomas Bauer (BAR): Sociedad Coral de Blbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de Escena; Calixto Bieito. Dirección Musical: Erik Nielsen. Teatro Arriaga 23-VI-2017.
Calixto Bieito no quiso presentarnos de forma tradicional el Requiem de Britten. Basándose en los comentarios poéticos de Wilfred Owen y el mismo texto latino del Requiem, nos ofreció un mensaje antibélico dramatizado, es decir teatralizado. En el fondo no sólo mantuvo su carácter lóbrego, sino que lo aumentó con un perfil desolador y de desesperación.
En el inmenso escenario creado, implantó la catedral inglesa de Coventry, con una gran vidriera como fondo y una serie de bancos eclesiásticos que anularon parte del patio de butacas. La orquesta estaba dividida, así como el coro y engullidas por el foso, las manos del maestro Erik Nielsen eran obedecidas por medio de televisores ante la estudiada partición también de un gigantesco coro. Tuvimos que mirar atrás y hacia los palcos centrales de los pisos altos para satisfacer la curiosidad de ver que el coro a través de un televisor estaba cantando de espaladas al maestro.
Un coro que empezaba el Introito y el Kyrie con la tensión precisa hasta llegar al pianísimo en las palabras “Luceat Eis”. Las fanfarrias anunciaron aires de guerra momentos antes de que el gran coro de la Coral bilbaína cantara en stacatto y el barítono Thomas Bauer enseñara por primera vez su voz lírica.
La ferviente plegaria de la soprano Natalia Tanasii poco tuvo que ver con su “Lacrimosa” cantada tan sentida y dramática. Desinhibida y entregada como actriz, la soprano enseñó una voz ligera pero potente, una voz de claro color tímbrico y además la más audible. El coro que también le había acompañado a media voz, dejó paso a la sección femenina en el “Recordare” y luego al masculino en el Confutatis hasta que unidos todos, entonan el lamento “Libera Me” y paulatinamente todo fue callando hasta el pianísimo acorde final.
El tenor Rolf Romei mantuvo el equilibrio del gran nivel general que lograron sus colegas y aunque su voz no era especialmente brillante, tampoco deslució. Si se ha encabezado el comentario definiendo como meritorio el aspecto teatral, diríamos que en lo musical el maestro Nielsen logró, como en el circo, el más difícil todavía y así, con el coro partido y con la orquesta dividida, superando escollos, aunó con su batuta a un coro que cantaba y se movía como pocas veces se le ha visto y daba lectura a una partitura rica y variada
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