Requiem de G.Verdi. Reparto: Tatiana Serjan (S); Olga Borodina (M);Otar Jorjikia (T); Vladimir Zelianev (B).Orfeón Pamplonés y Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Dirección Musical: Valery Gergiev. Bilbao. Palacio Euskalduna 23-I-17
Cuando más de cien voces acuden en susurrante pianíssimo al Requiem Aeternam del inicio, con la delicadeza y la unión mostradas por el Orfeón Pamplonés, se adivinan dos premisas. La primera, presume el esfuerzo en el trabajo previo a la representación y la segunda, la calidad tanto del mismo Orfeón como del maestro que logra el hermoso color vocal.
En cuanto a la orquesta del Mariinsky de San Petersburgo, no nos cabe duda de que ha sido un lujo su presencia. Es decir, que si ya es hermosa la obra en sí misma, no hay epíteto para definir una ejecución musical que resulta tan brillante al no existir la perfección. Sin batuta, con las manos lánguidas y electrizantes a la vez, el maestro Gergiev mostró un dominio absoluto de la partitura. Daba la impresión de un domador de fieras que mantenía atentos a los del coro y obedientes a los de la orquesta, todos ellos mirando las flexibles manos del maestro con las que les hablaba.
Un cuarteto solista equilibrado y muy musical apostilló con solvencia la parte solista individual. Todavía notamos escalofríos al recordar en la andrógina voz de la mezzo Olga Borodina la nota cavernosa que propició en la palabra “proferetur” de su primera intervención. Nos queda en la memoria el sentimiento con el que atacó y mostró el camino al resto al abordar el “Recordare” o el “Lacrimosa”. Estuvo muy bien secundada por la afinada y bella voz de la soprano Tatiana Sejan quien la acompañó a dúo en ese impactante “Recordare”. En la voz del tenor Otar Jorjikia nos agradó su color y la brillantez en la parte alta del pentagrama, aunque se le echara de menos una voz algo más potente. En cuanto al bajo Vladimir Zelianev , nos bastó su comparecencia y además como como sustituto porque enseñó una voz hermosa, una voz grave como la de una tuba y sin perder brillo al atacar notas altas. Hermoso Requiem.
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