Stiffelio de G.Verdi. Reparto: Roberto Aronica (T); Angela Meade (S); Roman Burdenko (BAR); Francesco Marsiglia (T); Simon Lim (B); Diana Aventi (S); Jorge Rodriguez (T). Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de Escena: Guy Montavon. Dirección Muiscal: Francesco Ivan Ciampa. Bilbao Palacio Euskalduna 21-I-17-
Se tardó en entrar en la empatía y que el respetable mostrara su beneplácito. Hasta que la soprano Angela Meade enseñó sus cualidades vocales en “Rodolfo Muller” al comienzo de la función, en el ambiente se respiraba cierta frialdad. Tal vez se debiera a una producción cuyos decorados austeros, sobrios y sin apenas atrezzo no invitaban al primer entusiasmo. Para entonces, el coro ya había aparecido ataviado como una comunidad “amish” de Ohio y había cantado con marcado ritmo, pero tampoco fue la medicina deseada. Valió la pena la espera porque la soprano norteamericana nos iba a deleitar con su bello “A te Acenda o Dio Clemente”. Su versión del aria resultó ser un compendio de belleza en el color vocal, de dulzura en la línea de canto, de filados sutilísimos y un canto en general muy afinado y lleno de efectismo.
La cantante ya gustó en Bilbao cuando se presentó en el Requiem que ofreció la ABAO el año pasado y ahora vuelve en esta ocasión a redimir con creces el adulterio de su personaje y a restituir también con creces el honor de su esposo y de su padre. Todavía iría a más, porque Angela Meade sentó con absoluto dominio lo que constituyen las bases del belcanto en cuanto al suave smorzando, al canto piano, al de la media voz, al refinamiento en el legato y sonoridad en las notas graves como ofrecería en la gran escena del cementerio del acto segundo “Ella si Pura”. Habrá que imaginarse finalmente que el responsable escénico Montavon la vistió al final de blanco impoluto como señal de redención y de su nueva pureza.
El tenor Roberto Aronica recuperó ampliamente su honor mancillado y no lo recuperó porque se diga en el libreto, sino porque cuajó probablemente la interpretación más completa de las últimas actuaciones que ha ofrecido en Bilbao. Hasta diríamos que fue con notoriedad el actor por excelencia y el más entregado al personaje. Su simbiosis con el rol de Stiffelio llegó por un vocalismo pasional y ardiente, por una voz brillante en las notas altas, con cuerpo grave y con fuerza en los momentos dramáticos.
Por otro lado. el más interesado en la recuperación del honor, el barítono Roman Burdenko, aquel que da muerte al infame mancillador, hizo una presentación notable en Bilbao. El barítono ruso enseñó una voz recia y extensa. Su canto era capaz de emitir notas oscuras pertenecientes a un bajo y alcanzar con limpieza y claridad las altas de barítono. Dio la impresión de que se trataba de un barítono-bajo de gran poderío vocal.
Al napolitano Francesco Marsiglia le correspondió el rol del villano y morirá a manos del barítono-padre. No obstante, en su correcta actuación dejó constancia de una voz clara y fina, propia del tenor ligero. En la excelente colaboración de los partiquinos destacó Simon Lim, el bajo que encarnó al viejo Jorg, aunque en justicia citemos también el buen hacer de Diana Aventi y Jorge Rodriguez.
Cómoda y efectista intervención del Coro de la Opera de Bilbao en intervenciones de muy marcado ritmo y sobre todo, conjuntado y sobresaliente en el pasaje en pianísimo tan bellamente cantado al final de obra. Excelente la obertura ofrecida por la Sinfónica de Bilbao, con limpia y afinada intervención de la trompeta y una dirección de ajustada lectura de la obra por parte de Ivan Ciampa a quien también recordamos por su esmerada dirección en el Requien del 2016. Una muy completa representación.
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