Recital de Canto. Solista: Ermonella Jaho (S); y Rubén Fdez Aguirre (piano). Obras de Bellini, Donizetti, Verdi, Gounod, Massenet, Teatro Arriaga 27.IV-23.

Hay sopranos que, teniendo una voz de timbre redondo, bello y atractivo, no dicen mucho. Hay otras en cambio que, no siendo voces tan sumamente bellas, poseen una gran personalidad y una tan depurada técnica vocal, que las hacen casi únicas. En este segundo ejemplo catalogaríamos a la albanesa Ermonella Jaho quien además de la destreza en el manejo de su voz y su impresionante fiato para sostenerla, añadió a todas sus aptitudes artísticas una gran capacidad teatral. Encontrar a cantantes que unan afinación y gusto, expresividad y musicalidad, con una mímica sentida, teatralmente creíble, es cosa de pocas privilegiadas como es Ermonella Jaho. La artista nos cautivó desde el inicio por su pasión y por la comodidad mostrada al plasmar el dramatismo que encierra el “Lamento per la Morte de Bellini”, aria compuesta por Donizetti, para el gran siciliano. Nos sedujo también por la intensidad con la que interpretó el aria “Io son l´umile ancella” de Adriana Lecouvreur de Francesco Cilea, nos emocionó así mismo por la apacible elegancia en su cuidada línea de canto al interpretar “Adieu, notre petite table” de la Manon de Massenet y más aún, por la fuerza e intencionalidad con la que interpretó el aria de Sapho del mismo Massenet. Ha pasado ya más de una década desde que llegó, aún desconocida, a cantar “La Traviata” en Bilbao. Ahora, con una voz madura y extraordinariamente controlada, se nos brinda en bandeja de plata una futura participación suya en nuestra ciudad. Sería lamentable no contar de nuevo con el concurso de una diva tan completa. Al piano, acompañando el fino y controlado canto de la soprano, se sentó Rubén Fdez Aguirre, paciente, elegante, con el teclado respirando con ella al unísono y que en solitario deleitó al auditorio con “La Marcha fúnebre de una Marioneta” de Gounod.
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