Recital de Canto de la ABAO. Solistas: Angela Meade (S); Chiara Amarú (M); Paolo Fanale (T); Simón Orfila (B). Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica Verum. Dirección Musical: Nicola Luisotti. Teatro Arriaga 6-IV-22.

Poca la expectación por parte del socio de la ABAO ante la programación de dos preciosas obras de Rossini, cuando el maestro de Pésaro se hubo ya retirado del escenario operístico. La ausencia social se tradujo en el traspaso a un teatro de menor capacidad que la del Euskalduna. Fue una pena porque el programa presentado valía por sí solo. En la cantata “Giovanna D´Arco” emprendida en primer lugar por la mezzo Chiara Amarú, nos resultó evidente su estructura compuesta en dos arias típicamente operistas cada una con su obligado recitativo precedente y un final a modo de cabaletta. La mezzo siciliana nos introdujo con el comienzo “Es de noche” con dedicación expresa a su madre en una aria en elegante andantino. Con una voz de timbre ligero, tendente al color de soprano, la mezzo dio muestras de su flexibilidad y excelente modulación. Debido a ese timbre de color ajeno a lo andrógino, nos mostró mordente y trinos claros. En la segunda aria “Ah la llama que sale de tu mirada”, nos brindó una cabaletta de bravura que ella solventó con virtuosismo. Sin embargo, diremos que la voz careció de poder y volumen, es decir una voz bastante limitada. En cambio, la voz de la soprano Meade se erigió en protagonista en cuanto intervino en el precioso “Stabat Mater”. Cada vez que intervenía se hacía la luz y tanto el bello color como la potencia de su voz, reinaron en el escenario. Por otro lado, la alta tesitura impuesta por Rossini a la participación del tenor quedó bien solventada por el bello color del timbre del tenor Paolo Fanale siempre seguro. En cuanto al bajo Simón Orfila, se atuvo a la gravedad y bravura de su primera aria y luego, acompañado del coro, con su voz natural, sin exigencias, su canto se movió en un campo delicado y bien controlado. Subrayemos la excelente actuación del coro desde su comienzo en el pianísimo “Stabat Mater Dolorosa”, como en el impactante y complicado final “Amén”. Un coro siempre solvente tanto en movimiento en escena como en este caso estático, muy conjuntado y siempre con el gusto apuntando al bel canto. La labor del maestro Nicola Luisotti también fue encomiable con y sin batuta cuando se dirigía al coro, meticuloso y claro en el gesto, lo que ayudó a que la joven orquesta Verum de Ciudad Real, cuajara una encomiable ejecución de ambas piezas.
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