Recital de Canto, ABAO “on Stage”. Solistas: Sonya Yoncheva (S); y Antoine Palloc (Piano). Obras de Massenet, Chopin, Tchaikovski, Dvorak, Puccini, Bizet etc. Palacio Euskalduna 15.V-21.

Había gran expectación para presenciar la actuación de uno de los nombres más de moda en la lírica, como es el de la soprano superestrella búlgara Sonya Yoncheva. El lujo de su comparecencia en Bilbao lo primero que nos mostró es que se trata de una voz de gran calidad. Una voz lírica de poderoso timbre, corpórea en cuanto a caudal y con un centro y notas graves aterciopeladas que denotan esa calidad.
Una vez escuchada en el programa que presentó, se puede decir que la base de su actuación radicó en el canto a media voz, en el delicado canto francés en el que expuso un absoluto control en su densidad vocal e intencionalidad textual. En esta misma línea de canto elegante y delicado, recordemos su versión de la “Canción de la luna” de la Rusalka de Dvorak, cantada con tanto gusto. Recordemos también la exacta afinación con la que inició la primera nota de “Un bel di vedremo” de Madame Butterfly y luego su sentida y teatral versión.
No obstante, no se puede decir que Yomcheva posea una voz extensa, porque al llegar a las notas agudas, la voz se tensiona y se vuelve un tanto áspera, sin embargo, su envidiable arte atesora la capacidad de que otras notas parezcan ingrávidas y sin final, en un susurrante canto. Maestra en el canto quedo y gracias al lirismo de su voz, se reflejó su personalidad en escena. En la interpretación de la famosa “Habanera” de Carmen, nos pareció más cortesana que gitana, más elegíaca que popular. En general, Sonya Yoncheva pareció estar muy cómoda en el canto spianato, allí donde se requiere una gran dosis de técnica para que la voz corra sin escollos de manera suave. No se puede decir que nos gustó en las dos propinas que ofreció, ya que a “La Marchenera” de Federico Moreno Torroba le faltó claridad en el fraseo y en cuanto al aria de Gianni Schicchi “O Mio Babbino Caro” nos la concedió sin su segunda estrofa y sin acudir al agudo.
Como todos los grandes artistas, Yoncheva vino acompañada de un gran pianista, Antoine Palloc. Nacido en Niza, ha acompañado a muchas figuras del canto, su acompañamiento al servicio de la voz de la búlgara, en esta ocasión, no solo mostró pasión y rigor, sino la maestría y finura en su solo “Meditation” de la ópera Thais de Massenet. No hubo motivos para que el público se pusiera en pie y la aclamara con vítores, porque la diva tampoco se prodigó en su actuación y el programa indicaba calma y quietud. Los aplausos, eso sí, unánimes, fueron acordes a lo presenciado.
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