Concierto de la ESO. Solista: Rinat Shaham (S); Obras de Wagner y Mozart. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección : Michel Tobachnik. Palacio Euskalduna 4-XI-20.

A pesar de que se diga que las comparaciones son odiosas, nos vemos obligados a diferenciar un mismo programa interpretado en el lapso de pocos días tanto en voz de soprano como de mezzosoprano. Si en la anterior, actuación llevada a cabo por la soprano Anne Schwaneiwils, el canto brilló por su delicadeza, ahora, en la interpretación presenciada a cargo de la mezzo Rinat Shaham se nos brindó calidez poética. Normalmente la voz de una soprano ilustra mejor el contento, el optimismo, mientras que el andrógino timbre de una mezzo se adecua mejor al dolor, al desesperado enamoramiento. De ahí que, siendo ambas actuaciones de máximo nivel, es decir, la anterior y esta de ahora, nos inclinemos por la voz de la mezzo. Además, la cálida voz de la israelí Rinat Shaham abordó los “Wesendonck Lieder” con un gesto corporal que nos hacía adivinar la profundidad de la letra cantada y vocalmente a través de un precioso legato. El lento tempo del lieder “El Invernadero”, la tercera de las cinco canciones del enamorado Wagner, se arropó con el bello color de su instrumento, mientras el maestro Michel Tobachnik exigía la máxima suavidad en los pianíssimi del acompañamiento orquestal de la Sinfónica de Euskadi. La amplia voz de la artista israelí recorrió sin esfuerzo las notas graves y en la titulada “Penas” mostró el control de su media voz, y la medida correcta de su intensidad. Es difícil que una cantante que posea gusto y expresividad en su canto, no llegue a satisfacer al aficionado con este ciclo de cinco canciones que compuso un enamorado Wagner. Canciones dotadas de una gran carga de emotividad, con la gravedad precisa para cantar legato y expresar no solo con la voz.sino también con la mímica gestual, el fondo romántico de las mismas. Se cerró el concierto con la sinfonía “Haffner” de Mozart. Dicha Sinfonía es una adaptación que hizo Mozart de una Serenata anterior y que la creó como pieza independiente para la boda de Sigmund Haffner hijo. La veteranía del maestro Tobachnik se hizo patente en la dirección, primando la sencillez en su técnica gestual.
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