

“Il Turco in Italia” de G.Rossini. Reparto: Paolo Bordogna (Bar); Sabina Puértolas (S); Renato Gerolami (Bar); Pietro Spagnoli (Bar); David Alegret (T); Marina Viotti (M); Moisés Marin (T). Orquesta Sinfónica de Bilbao y Coro de la Opera de Bilbao. Dirección de Escena: Emilio Sagi. Dirección Musical: Christophe Rousset. Palacio Euskalduna 21-X-20.
Ha comenzado la temporada Lírica en medio de una pandemia, que, no solo ha causado numerosas bajas entre los socios operísticos, sino que ha engullido a los asistentes en una pétrea frialdad y una desgana evidentes a la hora del disfrute. Se han tenido que reinventar más funciones para poder dar cabida a la mayoría de los abonados e incluso se ha permitido representar la mitad de una ópera en su estreno. Todo menos la iniciativa adoptada por la generalidad de los teatros importantes de cancelar la obra. En este punto es donde se ha hecho evidente la falta de sensibilidad de las autoridades competentes al no contemplar un mayor apoyo económico a una ABAO obligada a reducir drásticamente y a última hora el aforo, en lugar de una lógica cancelación. No es de recibo que en Bilbao se degrade una ópera representando la mitad de la misma. Seguimos con la obstinación de no suspender nada, aunque sería lo correcto, y por el contrario vanagloriarse de que nunca se ha cancelado un título aunque se haya visto acompañado tan solo de un piano, se haya encontrado in extremis a algún cantante que hiciera el favor de cantar, aunque fuera vestido de calle o como ahora ha ocurrido, se represente la mitad de la ópera.
Sin embargo no todo ha sido fruto de la pandemia, ya que el abaratamiento económico en el capítulo cualitativo ya venía predispuesto. De ahí que en este malogrado estreno en Bilbao de “ Il Turco in Italia” el salvavidas que ha evitado el naufragio total haya llegado gracias a la creatividad y el saber teatral de Emilio Sagi en la dirección escénica al inventar una adaptación imprevista, junto a una excelente dirección musical por parte del maestro Christopfe Rousset al frente de la Orquesta Sinfónica de Bilbao al tener que acotar y enlazar una parte de la partitura general. El primero, ha mantenido los recitativos secco acompañados, para explicación de los que no conocían la ópera y luego, en la natural y bella escenografía diseñada por Daniel Blanco ha plasmado su impronta colorista y de ágil movimiento del coro y de los solistas. El segundo, o sea el maestro que fundó el grupo Les Talents Lyriques, proporcionando agilidad y viveza musical a una partitura que está llena de dúos, tercetos, concertantes y números corales.
Suponemos que ambos de acuerdo, eliminaron las arias de cada solista y tan solo salvaron la que canta la soprano en el segundo acto “Squallida veste e bruna”. Ni el tenor David Alegret ha podido lucirse con su aria “Tu seconda il mio dissegno” ni la soprano ha podido demostrar su sensualidad en la escena de la seducción “Credete alle Femine” y lo que es peor, tanto la mezzo Marina Viotti como el tenor Moisés Marin fueron borrados del mapa. El apañado arreglo presenciado se dirigió hacia lo teatral, hacia los dúos, tríos y concertantes con coro, y de ese modo, entretener al no conocedor de la obra en detrimento del canto al no poder escuchar los solos de los artistas. En consecuencia, comentar la labor de la soprano Sabina Puértolas no sería correcto sin su escena seductora, aunque teatralmente no nos pareció tan astuta ni manipuladora, sino más bien caracterizada como una joven adolescente. Vocalmente estuvo muy correcta en el aria que pudo cantar, si bien a veces, nos pareciera escuchar una voz un tanto ligera para tan gran aria. Por otro lado, el personaje de Selim no recayó en un bajo bufo, ya que Paolo Bordogna es más bien un barítono-Bajo, eso sí, de gran extensión, capaz de sostener bien las notas altas y emitir sonoras las notas graves. La voz más contundente vino de parte del barítono Renato Gerolami que hizo de Geronio y a la zaga ocupó también un lugar sobresaliente el también barítono Pieto Spagnoli de voz y fraseo más claros.
El coro de la Ópera de Bilbao disfrutó cantando y bailando y, además de la deliciosa música muy bien dirigida por Christophe Rousset, es justo aplaudir el solo de trompa de la obertura. Nos queda la duda de si la representación de media ópera sirve de consuelo y máxime siendo un estreno. La precariedad no debiera prevalecer, es más conveniente una pausa y mejorar. La ópera, aunque también es teatro, es sobre todo canto.
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