
En el recital ofrecido en el teatro Arriaga, la soprano Ainhoa Arteta quiso recordar a algunos compositores españoles vivos. La primera parte de su programa se basó en textos de Antonio Gala musicados por Antón García Abril. La soprano vasca inició así su concierto con tres canciones en las que demostró amplio fiato y gran lirismo. En aquellas correspondientes al ciudarealeño Lorenzo Palomo acudió a la lectura de las partituras y nos pareció que les faltó la concentración que mostró en las cantadas con anterioridad. Resultaron muy ricas para el acompañamiento pianístico y complicadas para el canto, ya que la impresión es que eran más recitadas que cantadas. Las letras de las canciones de Lorenzo Palomo se basaron en el londinense William Blake, en el poeta francés Andrea Chenier y en el gaditano Carlos Murciano. Cambió el cariz musical y cambió la actitud del público cuando interpretó con gran sentimiento e inherente tristeza las letras de García Lorca, que llevaban la música del maestro Miquel Ortega, presente en la sala. Destacaríamos de entre ellas “Memento” la cual resultó impactante en la hermosa voz de la soprano. El peso de la velada recayó sin embargo en la segunda mitad del recital. Al cantar el aria de la Mirentxu de Guridi, estuvo muy afinada y la coronó con gran sostenimiento de la nota final. Ainhoa Arteta impactó luego con las arias veristas, con las que ella se identifica, con heroínas como Tosca, Adriana Lecouvreur o Manon Lescaut . Moderación y elegancia en el “Visi D´Arte”, elegancia en ”Io sono l´umile Ancella” y una expresividad y acción teatral envidiables en “Sola,Perduta,Abbandonata”. Fue entonces cuando contactó verdaderamente con el público, cuando su amplia y poderosa voz nos enseñó también la magnificencia de su versión de la romanza de “La del Manojo de Rosas” de Sorozábal. Citemos finalmente al excelente pianista que es Rubén Fenandez Aguirre y nos quedamos, no solo con la atención y delicadez de su acompañamiento, sino con la emoción y belleza con la que tecleó la romanza de Jose Miguel en el compendio ofrecido del Caserío de Gurudi. Sin duda segundas partes fueron mejores y a pesar de la dedicación y el homenaje a los músicos actuales en la primera mitad, el público disfrutó con la segunda, con la que se identifica más a esta gran artista.
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