Fidelio de L.V.Beethoven. Reparto: Elena Pankratova (S); Peter Wedd (T); Tijl Faveits (B); Anett Fritsch (S); Sebastian Holecek (Bar); Mikeldi Atxalandabaso (T); Egils Silins (B); Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfonica de Bilbao. Director de escena Jose Carlos Plaza. Dirección Musical: Juanjo Mena. Palacio Eusklduna.Bilbao 24-XI-18
Lo primero que habría que destacar es que el maestro Juanjo Mena extrajo de la Sinfónica de Bilbao, la fuerza sonora y la elegancia musical de una partitura de color inequívocamente beethoveniano que es un alegato tanto del amor conyugal como de la libertad. El maestro vitoriano al mando de una orquesta familiar para él, introdujo en la memoria de los asistentes el hermoso preludio del segundo acto y nos deparó un majestuoso final de ópera a través del Coro de la Opera e Bilbao que fue todo un lujo. No importó que presenciáramos en escena a los figurantes levantar la enorme losa que suponía la libertad, en detrimento de la atención que hay que prestar al intermezzo. En este ámbito escenográfico, asistimos a una producción minimalista, de cuidada luminotecnia, con una gran tarima central que sirvió de factotum. Por otro lado, la ópera de Beethoven requiere voces que tienen que ser lo bastante potentes como para pasar por encima de una orquesta y conseguir así la dramatización requerida. No todos lo consiguieron. La voz de la soprano se escuchó poderosa y voluminosa, enseñó un color grato, siempre afinada en su canto y con evidente dominio vocal. Cantó con gusto e intención su aria “Ven Esperanza” y constituyó un baluarte firme para el general agrado. De hecho fue la primera en ser aplaudida de manera unánime. La ingratitud y la tirantez de lo escrito para el tenor suele ser el motivo principal para que éste, muchas veces, se conforme con dar todas las notas y poner pasión en algunas frases. De ahí que les resulte difícil cuidar la línea de canto y máxime si la voz, como es el caso de Peter Wedd , se escuche gutural y fría. En cambio, el barítono Sebastian Holecek, que encarnó a Pizarro, mostró una voz recia, con lo que atendió debidamente a la solemnidad y oscuridad que ha de dar a su siniestro personaje. La voz de este barítono austríaco se mostró hermosa, de Igual color en sus registros y posiblemente el más teatral de todos en escena y en su intencionado canto. Citemos a continuación al bajo Tijl Faveits, quien hizo de Rocco, el cual nos pareció poco dramático y con un canto un tanto metálico. La obra contó con otro segundo trio vocal para dar réplica a las primeras voces e incluso a la alta calidad mostrada por la orquesta y el coro. En este marco, el resultado de la actuación de Anett Fristch como Marcelina fue muy correcto y se hizo notoria en su bien ejecutada aria. Lo mismo habría que decir de Mikeldi Atxanladaso, impecable en su participación, muy audible vocalmente y formando parte del equilibrado cuarteto “Mir ist so wunderbar” ( es algo maravilloso). El bajo Egils Silins (Don Fernando) se erigió en pieza importante en el reparto, dada su bella voz en una obra en la que todo giró en torno al maestro Juanjo Mena que supo dirigir con mando a un gran conjunto, mostrando un absoluto dominio de la partitura, es decir, con el acierto de un gran conocedor del autor. Finalicemos aludiendo al coro que estuvo pletórico en el demoledor canto final.
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