“Don Pasquale” de G.Donizetti. Reparto: Carlos Chausson (B); Jessyca Pratt (S); Paolo Bordogna (T); Javier Franco (BAR); Coro de la Opera de Bilbao. Director de Escena: Jonathan Miller. Pianista : James Vaughan. Dirección Musical: Roberto Abbado.

En la ópera Don Pasquale, el canto es el gran protagonista. Se trata de una obra exigente para el cantante ya que obliga a una gran agilidad vocal, exactitud en la afinación, cuidado fraseo y en suma, virtuosismo. En esta ocasión no vamos a comentar sobre la brillante melodía orquestada de Donizetti, ni de su bella obertura, pues lo que escuchamos tan solo mantuvo la denominación de “Sinfonía”. En efecto, la música se representó sin el tutti orquestal inicial y no nos aparecieron los temas cantados que se distribuyen en los diferentes instrumentos musicales. La ABAO ofreció una representación operística con el único acompañamiento de un piano, un hecho insólito en el mundo íirico, salvo cuando el compositor crea una ópera de cámara. La ABAO siempre se ha vanagloriado de llevar a cabo todas las funciones programadas a pesar de las contrariedades que pueda causar incluso la llegada de los cuatro jinetes del Apocalipsis. De ahí que en Bilbao hayamos presenciado óperas con algún cantante mirando estático su parte musical colocada en un atril o hayamos vivido angustiosos el relevo de ultimísima hora de alguno que en escena apenas sabían cantar el rol, etc. etc. Surge de nuevo la disyuntiva de si es plausible la suspensión de una función o su aplazamiento a pesar de las complicaciones que ocasione o vale todo y que en el circo los payasos hagan de elefantes. Lo cierto es que la ABAO, tal como dijo su presidente no ha tenido nada que ver con la anomalía. Afortunadamente el ámbito vocal estaba bien cubierto porque el rol de Norina lo encarnó Jessyca Pratt. La soprano inglesa nos cautivó por el dominio técnico que exhibió, la destreza en el manejo de su voz, la facilidad de alcanzar las notas comprometidas de exhibición y la agilidad para solventar trinos, arpegios y demás adornos vocales. A ella no le hubiera afectado el sonido orquestal porque posee una voz bella y potente. Probablemente hubiera afectado mucho más al tenor Santiago Ballerini de voz muy ligera y paradójicamente muy limitada en el registro superior y hubiera también dificultado escuchar al sustituto del indispuesto Carlos Chausson, llamado Paolo Bordogna quien hizo que echáramos de menos al zaragozano por voz y por gracia. En cuanto al barítono Javier Franco, se le escuchó con agrado al enseñar una voz de grato timbre y con una actuación dramática muy correcta. El infortunio se cebó así mismo en el rol de Ernesto, ya que al inicial contratado Paolo Fanale, le vino a sustituir Santiago Ballerini, el tenor encargado de cantar la serenata y el aria “Cercheró lontana terra” a la que le faltó un poco de sostenimiento en el agudo final. En el campo escénico la acción trascurrió en una gran corrala, cuyo patio no se pisó más que al final de la obra, con lo que todos, incluido el coro se tuvieron que mal mover en ella. Para finalizar, diremos que nos gustaría una nueva presencia del director Roberto Abbado, ya que al dirigir sin orquesta, sus manos tan solo se pudieron dirigir a los cantantes y no pudimos presenciar en este debut suyo en Bilbao, sus grandes dotes de “concertatore”, teniendo como único instrumento bajo se atril el seguro teclado del gran pianista James Vaughan.
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