Requiem de G.Verdi. Solistas: Maria José Siri (S); Daniela Barcellona (M); Antonio Poli (T); Riccardo Zanelatto (B). Orfeón Donostiarra y Orquesta Philarmonique de Luxemburgo. Dirección Musical: Gustavo Gimeno. Quincena 26-VIII-17.

Ciento cincuenta voces, que son las que formaban el Orfeón, son capaces de atronar y expandir su gran sonoridad más allá del Auditorio, pero también fueron capaces de originar una especie de suave murmullo a la hora de cantar pianísimo. La tónica general consistió en ofrecernos una versión íntima del Requiem verdiano. Salvo el estruendoso Dies Irae o el pletórico Sanctus ofrecido por el Orfeón, predominó el canto delicado, la moderación en la línea de canto, tal vez si exceptuamos la plenitud en la intensidad vocal de la soprano Maria José Siri. Con una voz potente, de igual color y sin obstáculos en la zona alta del pentagrama, la uruguaya cantó con una voz fresca y hermosa, aunque no apianó como lo hicieron sus compañeros. Sin embargo, el final de obra congenió con el dramatismo que su voz lograba originar y la facilidad con la que sostener la alta tesitura. El canto delicado y elegante nos llegó de la parte del tenor Antonio Poli, sobre todo al entonar el “Hostias” a media voz, pianísimo y muy afinado. Al tenore di grazia le secundaron muy bien la mezzo Daniela Barcellona, cantando contenida y muy sentida como se le apreció en el hermoso dúo “Ricordare” y el El bajo Riccardo Zanelatto. Este último nos sorprendió por su elegancia canora y su aterciopelada voz. Incluso su “Confutatis” lo convirtió en un fragmento dulce en contra de su severidad y gravedad. Por otro lado, cien músicos lde la Philarmonique de Luxemburgo llenaron el escenario bajo la correcta y clara dirección del joven maestro Gustavo Gimeno, quien no en vano estuvo al lado de Abbado y de Jansons.
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