Musika.Música. Stabat Mater de A.Dvorak. Solistas: Miren Urbieta (S); Ainhoa Zubillaga (M); Gustavo Peña (T): David Menendez (Bar-B). Coral de Bilbao. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Director: Perry So. Bilbao 5-III-17.
![Stabat Mater Op58 A.Dvorák Palacio Euskalduna @ Palacio Euskalduna Jauregia, Bilbao [5 de marzo]](https://i0.wp.com/bilbao.carpediem.cd/data/afisha/o/4a/82/4a82f18798.jpg)
Aunque se sepa, es necesario decir que Dvorak abordó este Stabat Mater sobrecogido por la muerte de sus tres hijos. Así lo va a reflejar el primer movimiento y ello a pesar de que por momentos la orquesta sojuzgaba al coro y las voces competían en altisonancia con los instrumentos. Luego, vendría la calma, sobre todo cuando la soprano Miren Urbieta cantaba y se hacía la luz. Por este motivo es justo decir que de entre las voces femeninas escuchadas a lo largo de la edición de Musika-Música de este año, la de Urbieta ha sido la más natural, la más fácil e igual y provista del más bonito timbre. El impacto emocional que produce la audición de esta música no nos llegó a través del tenor Gustavo Peña, ya que el color de una voz carente de armónicos y de cuerpo tan fino es difícil que nos introduzca en el sentimiento dramático que es su común denominador. Tal vez el lirismo y el carácter melancólico de la obra nos llegara también por medio de la mezzo Ainhoa Zubillaga pues cantó con mucho control y con serenidad, si bien algo apagada de volumen. A subrayar su intervención en el noveno movimiento y el precioso dúo entre ambas mujeres, de tan dulce expresividad. Tal como se ha comentado acerca del tenor, al bajo-barítono David Menendez también le faltó musicalidad y finura. Posiblemente fuera causa de que su voz a veces sonaba estentórea, pero sin definirse con concreción, o sea, si estaba más cómoda cantando en la zona grave que en la de un auténtico barítono. La música, a veces de profundo lirismo en contraposición con el dramatismo, nos llegó con su natural elegancia por parte de la Coral de Bilbao. Resultó efectista el tercer movimiento con la alternancia entre ambas secciones, femenina y masculina y la musicalidad mostrada en el quinto movimiento melódicamente bello. La obra, tal vez sorprendentemente finaliza con luz, esperanza y la placidez de un “Amén” final del cuarteto y del coro. Del maestro Perry So, no nos gustó el atropellado gesto y su tendencia a velar por la Orquesta asturiana más que por el detalle vocal. Cierto que marcó las entradas, pero no nos pareció que era ni exigente ni controlador.
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