Carlo Gesualdo. Solistas: Tanya Aspelmeier (S); GabrieleRossmaniyh (S);Amelie Saadia (M);Srgei Ababkin (T); Viktor Rud (Bar); Zak Karithi (B); Kai Teschner (actor). Dirección y Diseño de Escena; Calixto Bieito. Dirección Musical: Johannes Gontarski. Bilbao. Teatro Arriaga 4-II-17.
Escuchar madrigales a capella se nos haría bastante plomizo. De ahí que Calixto Bieito haya decidido repetir en Bilbao lo que presentó en la “Opera Stabile de Hamburgo a modo teatral y como lo hizo allí, creando un espacio reducido en la sala del patio de butacas del Arriaga. Calixto Bieito acude a Gesualdo no solo para para dar a conocer al compositor, sino, basándose en sus libros de madrigales, mostrarnos al asesino quien para expiar sus culpas, se sometió al masoquismo. Es ahí donde Bieito aprovecha la ocasión para mostrar al príncipe- compositor y asesino, evocando la desnudez en la que se le encontró muerto en una de esas sesiones macabras. Las ocho voces intervinientes deambularon con parsimonia estudiada por el reducido espacio, mostrando calidad en sus voces y la afinación requerida para cantar a capella o con el simple acompañamiento de viola y órgano. Dadas las expectativas que suele crear Bieito, no nos pareció excesivo el tratamiento de la pena autoimpuesta de Carlo Gesualdo, porque el desnudo masculino es algo ya muy teatral para herir sensibilidades. Lo importante es que escuchamos a madrigalistas de gran nivel vocal, bien dirigidos por Johannes Gontarski, quien también les acompañó con la tiorba. Los ocho, supieron centrar nuestra atención en los largos silencios entre madrigal y madrigal y ese deambular medido. Lo importante también radicó en ese lenguaje musical aparentemente disonante para la época y que si no llega a emocionar o angustiar, atrae la atención. Por cierto que el actor que soportó el frío, el agua y la sangre se llamaba Kal Teschner, un verdadero sufridor y gran mímico.
Escuchar madrigales a capella se nos haría bastante plomizo. De ahí que Calixto Bieito haya decidido repetir en Bilbao lo que presentó en la “Opera Stabile de Hamburgo a modo teatral y como lo hizo allí, creando un espacio reducido en la sala del patio de butacas del Arriaga. Calixto Bieito acude a Gesualdo no solo para para dar a conocer al compositor, sino, basándose en sus libros de madrigales, mostrarnos al asesino quien para expiar sus culpas, se sometió al masoquismo. Es ahí donde Bieito aprovecha la ocasión para mostrar al príncipe- compositor y asesino, evocando la desnudez en la que se le encontró muerto en una de esas sesiones macabras. Las ocho voces intervinientes deambularon con parsimonia estudiada por el reducido espacio, mostrando calidad en sus voces y la afinación requerida para cantar a capella o con el simple acompañamiento de viola y órgano. Dadas las expectativas que suele crear Bieito, no nos pareció excesivo el tratamiento de la pena autoimpuesta de Carlo Gesualdo, porque el desnudo masculino es algo ya muy teatral para herir sensibilidades. Lo importante es que escuchamos a madrigalistas de gran nivel vocal, bien dirigidos por Johannes Gontarski, quien también les acompañó con la tiorba. Los ocho, supieron centrar nuestra atención en los largos silencios entre madrigal y madrigal y ese deambular medido. Lo importante también radicó en ese lenguaje musical aparentemente disonante para la época y que si no llega a emocionar o angustiar, atrae la atención. Por cierto que el actor que soportó el frío, el agua y la sangre se llamaba Kal Teschner, un verdadero sufridor y gran mímico.
Escuchar madrigales a capella se nos haría bastante plomizo. De ahí que Calixto Bieito haya decidido repetir en Bilbao lo que presentó en la “Opera Stabile de Hamburgo a modo teatral y como lo hizo allí, creando un espacio reducido en la sala del patio de butacas del Arriaga. Calixto Bieito acude a Gesualdo no solo para para dar a conocer al compositor, sino, basándose en sus libros de madrigales, mostrarnos al asesino quien para expiar sus culpas, se sometió al masoquismo. Es ahí donde Bieito aprovecha la ocasión para mostrar al príncipe- compositor y asesino, evocando la desnudez en la que se le encontró muerto en una de esas sesiones macabras. Las ocho voces intervinientes deambularon con parsimonia estudiada por el reducido espacio, mostrando calidad en sus voces y la afinación requerida para cantar a capella o con el simple acompañamiento de viola y órgano. Dadas las expectativas que suele crear Bieito, no nos pareció excesivo el tratamiento de la pena autoimpuesta de Carlo Gesualdo, porque el desnudo masculino es algo ya muy teatral para herir sensibilidades. Lo importante es que escuchamos a madrigalistas de gran nivel vocal, bien dirigidos por Johannes Gontarski, quien también les acompañó con la tiorba. Los ocho, supieron centrar nuestra atención en los largos silencios entre madrigal y madrigal y ese deambular medido. Lo importante también radicó en ese lenguaje musical aparentemente disonante para la época y que si no llega a emocionar o angustiar, atrae la atención. Por cierto que el actor que soportó el frío, el agua y la sangre se llamaba Kal Teschner, un verdadero sufridor y gran mímico.
Deja una respuesta