Powder her Face. Opera de Thomas Adés y libreto de Philip Hensher. Reparto: Olga Zhuravel (s); Alan Ewig (b); Heather Buck (s): Alexandre Sprague (t): Orquesta Bios. Dirección de Escena: Carlos Wagner. Director Musical: Diego Martin Etxebarria. Teatro Arriaga.Bilbao 6-V-16.
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Es una pena que un libreto tan profundo, acaparador de temas trascendentales como el desamor, el engaño, el maltrato o la soledad, hayan tenido un soporte musical tan disonante y una puesta en escena capaz de distraernos de los temas que encierra.
La ópera del inglés Thomas Adés se enmarca en dos actos y se trata de una verdadera crítica social a través de una aristócrata por la que al final hemos de sentir una triste simpatía. Cantada o recitada en lengua inglesa y con tanta desinhibición y procacidad escénica, es normal que nos desconectáramos de vez en cuando y nos fijáramos en movimientos y posturas que poco tenían que ver con la narración e intencionalidad esencial, es decir, el repudio de una sociedad hipócrita que castiga a la mujer y perdona al hombre machista que se aprovecha de ella. Ni el erotismo ni el sexo eran el núcleo de la obra y merecía a nuestro juicio una música que acompañara de una forma más acorde esta tragedia y no basándose en compases irregulares y en la falta de melodía. Atisbos melódicos hemos percibido únicamente cuando el compositor ha llamado a las puertas del tango argentino o del jazz.
En el ámbito de los cantantes, apenas hay momentos de lucimiento. Todo es recitado o gritado y únicamente el gesto del artista y sus ademanes nos indicaban sus sentimientos. Teniendo en cuenta la calidad vocal, destacaríamos la del bajo Alan Ewig, el cual tuvo que pasar por la poca elegancia de aparecernos en calzoncillos enseñando sus níveas piernas. El trabajo de la soprano Olga Zhuravel resultó muy profesional y dominó la escena desde su gigante polvera de la que casi ni salió. La también soprano Heather Buck se unió al resto de sus compañeros en formar un buen conjunto teatral, así como el tenor Alexander Sprague cuya voz se nos hizo de bonito color aunque no potente. La producción de la ópera consistió en una amplia escalera donde se encontraban la polvera y otros cosméticos femeninos, con un vestuario que reflejaba el aroma de los años cuarenta. El maestro alavés Diego Martin Etxebarría dirigió un obra de música discontinua y por tanto exigente por su variedad y complejidad, aunque a los espectadores se nos hizo reiterativa.
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