Otello de G.Verdi. Reparto: Marco Berti (t); Lianna Haroutounian (s); Juan Jesúa Rodriguez; Jon Plazaola (t); Vicenc Esteve (t); Maria José Suarez (s);Federico Sacchi (bar); David Aguayo (bar). Coro de la Opera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de Escena: Ignacio García. Dirección Musical: Ricardo Frizzi. Palacio Euskalduna Bilbao.16-V-2015
No es fácil presenciar esta ópera de Verdi con un resultado tan gratificante. No solo se tiene que contar con el personaje principal tan psicológicamente complicado y vocalmente tan exigente y selecto, sino que además le debe acompañar un barítono acorde en calidad vocal y en el protagonismo. En cuanto al rol de Desdémona, como ocurre con Gilda o Liú, es una parte segura de lucimiento para toda soprano, sólo que Lianna Haroutounina exhibió además una voz lírica muy hermosa y potente.
De este modo, en un marco escénico elegante y amplio, con rico vestuario y un atrezzo preciso, salvo la inadecuada modernista cama nupcial, la ópera transcurrió de menos a más y finalizar con el “Niún mi Tema” en mucho más. Aunque el tenor comenzó dubitativo y con algún desafino tras un Exultate brillante, luego acabaría la escena sosteniendo perfectamente el cambio silábico en el dúo final “Venere Splende”. El reluciente squillo en la voz de Marco Berti salió a nuestro encuentro generoso y pródigo en todo momento, sirviéndole para suplir su natural color vocal de spinto, en el de un auténtico tenor dramático y con fácil agudo. En efecto sus palabras y frases contabilizaron fiereza y pasión propias de un dramático y nos regaló con una intencionalidad en su canto muy efectista como lo demostró también en el intimista y desgarrador recitado “Dio Mi potevi scagliar”.
No hubo un escalón cualitativo inferior que separara la gran actuación de este Otello, porque hubo un Yago también grande. El barítono español Juan Jesús Rodriguez asombró por la belleza del color de su voz, a veces aterciopelada y otras veces de variada gama cromática. Teatralmente nos gustó sobre todo la altivez de este Yago, lejos de la vulgaridad en el gesto del típico taimado y con su figura bien encajada y caracterizada en el personaje. Nos gustú su “Credo” vocalmente muy atractivo y con dominio de la escena.
La soprano armenia Lianna Haroutourian mantiene aún los ademanes de aquellas sopranos de principios del XX, es decir, los brazos abiertos al cantar o el anverso de la mano en la frente reflejando ansiedad, lo que a unos gusta más que a otros, pero lo importante es que cantó con una voz sin afecciones, ni trampas. No acudió a los filados porque todo lo hizo natural, con la voz plena y cantando con volumen y potencia.
El guipuzcoano Jon Plazaola tuvo finalmente un papel donde demostrar su buena técnica y con el que acreditar su gran profesionalidad en un rol interesante como es el de Cassio. Finalmente, suponemos que tanto el director de escena Ignacio García al momento de trabajar con el coro, como el maestro musical Federico Frizzi al dirigirlos cantando habrán observado la valía y calidad del coro bilbaíno, excelente en la tormenta del inicio. Se cierra la temporada con un broche dorado ciertamente inesperado porque se cae en el recuerdo de grandes tenores y grandes barítonos que se distinguieron en este título y parece que cuesta afirmar que este Otello verdiano ha alcanzado tras infructuosas décadas, un nivel muy alto.
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