“Attila” de G. Verdi. Reparto; Ildebrando D´ Arcangelo (b); Anna Smirnova (s); Roberto Aronica (t); Angel Odena (bar); Eduardo Ituarte (t); Daniel Aguayo (b). Coro de la Opera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección de Escena: Ruggero Raimondi. Dirección Musical: Francesco Ivan Campa. Palacio Euskalduna. Bilbao 22-XI-14.
Lo primero que habría que indicar en esta primera función es que se trató de una representación con una notoria aureola heroica. La marcialidad y el brío impuesto por el maestro Ivan Campa, fueron ante todo seguidos con efectividad y fidelidad por el coro. Un coro que el otrora gran bajo Ruggero Raimondi, ahora en labores de regista, se preocupó que estuviera siempre compacto en escena para mayor fuerza sonora y contenido heroico. Nos gustó la partición que hizo de la escena mostrando al Papa en un plano superior y la naturalidad y verosimilitud en los movimientos de los personajes en escena. Aunque de un modo relativo, el protagonista que encarnó a Attila, o sea, el bajo D´Arcamgelo, fue el que se alejó más de ese espíritu guerrero. La causa de ello probablemente habría que encontrarla en su voz de escaso volumen que le impedía ofrecer la solemnidad o la fiereza requerida en los momentos pasionales álgidos. Valga como ejemplo la segunda mitad de su famosa aria del sueño Mentre gonfiarsi l´anima, que la cantó con celeridad y casi a media voz, de manera muy lírica. No obstante es justo decir que se trata de una voz bella, aterciopelada y que su canto es de elegante línea, sólo que no pareció voluminosa ni apropiada para este papel encomendable para una voz más potente y oscura. La silueta del barítono Angel Ödena en el claro-oscuro escenario ideado por Daniel Blanco, dio paso a que escucháramos una voz menos tremolante al cantar el aria a media voz apostado en aquella escalinata llena de bruma. Tuvimos que esperar hasta ese tercer acto para olvidarnos de su notorio trémolo y desligar su gran volumen y su entrega al rol, de ese otro fallo técnico vocal. La siempre bella línea de canto y el colorido tan rico en la tesitura alta de la voz del tenor Roberto Aronica hicieron que su papel de Foresto fuera muy atractivo, además de que vocalmente manifestara firmeza y seguridad. El papel le era propicio y supo aprovechar la ocasión para compartir el triunfo vocal con la soprano. Hemos dejado a propósito para el comentario final, la labor de la soprano Anna Smirnova que la calificaríamos de extraordinaria. La soprano rusa exhibió una voz muy poderosa, de bello color, no exenta de delicados filados y una fina media voz. Su debut en Bilbao no pudo ser mejor y esperemos verla en otra ocasión ya que se trata de una soprano dramática, con lo que ello significa para cubrir tantos papeles difíciles de interpretar. Aplaudamos al coro, tanto en su conjunto como a la sección de las mujeres en su delicada canción y aplaudamos también la excelente dirección del maestro Ivan Campa quien además de su meticulosidad con las voces, no cayó en la lentitud musical. La representación gustó además de todo ello, porque la escenografía de Daniel Blanco está cuidada, es detallista y se nos hizo ágil al mover las columnas para cabida del coro y la superposición de los planos escénicos.
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