Madame Butterfly de G.Puccini. Reparto: Ainhoa Arteta (S); Marcelo Puente (T); Cristina Faus (M); Gabriel Bermúdez (Bar); Francisco Vas (T); Isaac Galán (bar); Fernando Latorre (Bar); Ana Cristina Marco (S), Easo Abesbatza y Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección Escénica: Emilio López. Dirección Musical: Giuseppe Frizzi. Auditorio Kursaal. Quincena Donostiarra 13-VIII-19-
Pocas veces se ha visto el escenario del Kursaal donostiarra con la amplitud y sencillez mostradas en esta ópera de Puccini. Sin apenas atrezzo, con un cuidado cromatismo luminotécnico y la inserción de fotogramas y videos que ayudaban a ensoñar vivencias, la producción del palacio de Les Arts valenciano satisfizo plenamente. Tal vez hubiera que interpelar artisticamente a Emilio López el hecho de que cortara la escena del bello canto coral a “Bocca chiusa” y en su lugar nos ofreciera el baile de Loie Fuller, aquella bailarina norteamericana precursora de Isadora Duncan aleteando cual mariposa en medio del escenario. En el apartado musical. El maestro Giuseppe Frizzi al mando de la Sinfónica de Euskadi, completó una soberbia actuación, matizando con belleza la lectura de la partitura y ofreciendo a lo largo del tercer acto la fuerza y la pasión requeridas. Por ello, es difícil que una puesta en escena con la base musical asegurada y con una producción clásica y verosímil no resulte un éxito. La representación podría haberse escorado si los solistas hubieran tropezado con algún que otro escollo, pero como además ese campo del canto discurrió por los raíles del buen hacer, se asistió a una representación muy correcta. La soprano Ainhoa Arteta nos trazó dos facetas de la protagonista que encarnaba. En el primer acto, se inmiscuyó en la juventud de la ingenua japonesita y no hay más que recordar la manera como cantó y dijo la frase “Amadne por favor”, con la voz controlada y coloreándola como si fuera una niña. Cuando Cio Cio San se convierte en madre, la soprano guipuzcoana se convirtió en Turandot, en el sentido de dominadora de la escena y diosa teatral. Tras cantar la famosa aria “Un bel di vedremo” magistralmente, sobre todo en las” liaisons” de una frase con otra, el control sonoro y la intencionalidad en lo cantado, Ainhoa Arteta se lanzó a tumba abierta a lo pasional, a lo teatral, al realismo que ella siempre da a conocer con su amplia y poderosa voz y dando con todo ello un realismo muy verosímil. Su partenaire, Marcelo Puente enseño una voz de tenor spinto, es decir, una voz corpórea, esas voces que emiten de “bostezo”, voces que no abundan por su pesadez y la dificultad en el manejo técnico. El tenor argentino está recorriendo los teatros principales con papeles para el estilo de su voz, o sea, roles para voces heroicas y cumplió perfectamente con el cometido de abordar el personaje de Pinkerton. Nos gustó mucho la mezzo Cristina Faus, no sólo porque su actuación dramática al asumir perfectamente a una servidora japonesa fue de mérito, sino por su canto sonoro y el color apropiado para contrarrestar la de la soprano en el famoso dúo de las flores. Al barítono Gabriel Bermúdez que encarnó al cónsul Sharpless le costó exteriorizar la sonoridad de su voz, pero a pesar de ello se le escuchó bien. Desde el punto de vista dramático, cumplió con la seriedad del personaje sin aspavientos. Los habituales Francisco Vas y Fernando Latorre aportaron su saber en lo escénico y en lo canoro y compartieron escena con Isaac Galán y Cristina Marco. En suma, una representación muy realista, gracias a la creación del ambiente, una música bien ejecutada y el saber teatral de la protagonista.
Deja una respuesta