
Se inauguró la edición de Musika-Música 2017 con la Segunda Sinfonía ( “Resurrección”) de Mahler. Una obra compuesta en cinco movimientos, de los que el quinto y último es el más largo,y la que engloba tonalidades que ya se han escuchado con anterioridad, además de dar cabida al coro, al órgano y a las dos solistas. El maestro Yaron Traub ya desde el principio, es decir, desde el primer movimiento, nos transmitió perfectamente el sello fúnebre que marca este allegro maestoso en forma de sonata. La Orquesta Sinfónica de Bilbao le seguía con absoluta obediencia, pues no en vano la dirección de Traub era muy enérgica y nítida. Siguió a continuación el andante, leído y ejecutado con gran delicadeza por los maestros de la sinfónica bilbaína, los pizzicati sonaban perfectos hasta la irrupción de los golpes de timbal que anunciaron el tercer movimiento. Fue en el cuarto movimiento cuando Maria José Montiel enseñó el bello y andrógino color de su voz de mezzo, no exenta de delicadeza y musicalidad aflor de piel. A su lado, la soprano Maria Espada cuya hermosa voz lírica se intercalaba en el susurrante coro que en un primer pianísimo, dejó constancia de su arte y comedimiento canoro. La Sociedad Coral Bilbaína causó gran efecto, no solo en los momentos elegíacos, sino en un final apoteósico donde el maestro Traub y la orquesta local brindaron su esplendorosa fuerza. Un inicio musical de altura como corresponde a la grandiosa segunda sinfonía de Mahler gracias aun director lleno de energía y claridad gestual, a una envidiable orquesta, a dos voces que a pesar de sus cortas intervenciones dejaron huella de su sensibilidad musical y un coro en su plenitud.
4/03/17 at 12:51
Muchas gracias por un artículo técnicamente tan denso y meticulosos